Desde la década de 1950, el encantador pueblo medieval de Biot se convirtió en la capital del vidrio soplado. Tierra de artesanía, esta ciudad refleja todo el conocimiento de sus maestros vidrieros, que han hecho del vidrio de burbujas su marca de fábrica. El vidrio está cubierto de pequeñas burbujas de aire y actualmente existen más de 300 modelos distintos. Al igual que la rica región provenzal, estos objetos están cubiertos por mil y un colores (azul, naranja, verde, amarillo...) y poseen una precisión inigualable. La profesión de maestro vidriero es una de las más raras de Francia debido a la meticulosidad que requiere.