Antes de la segunda mitad del siglo XVIII, el cristal tallado representaba sólo una proporción mínima de la producción del vidrio mundial. Aunque fue una técnica usada con mucho éxito por los romanos, y más tarde, en el siglo XVII, por los vidrieros de Bohemia. Sin embargo muchos de estos trabajos en vidrio fundido no lucían la talla de los modelos geométricos estándar que solemos asociar con el cristal tallado.
En el siglo XVII se desarrolla una nueva gama de decoración tallada, tras la introducción de diversos tipos de cristal. Con los experimentos desarrollados en Bohemia se fue mejorando la calidad del cristal. Se pudieron llevar a cabo una mayor decoración tallada y grabada. Con el desarrollo del cristal potásico duro y brillante en 1675 se pudo llevar a cabo una decoración mucho más profunda que las que se habían visto hasta el momento. Esta técnica, hasta entonces, sólo se había llevado a cabo en cristal de roca, el único que permitía ese tipo de tallado.
Este cristal inglés de plomo demostró ser la materia ideal para la talla y el pulido, al ser más pesado y más fácil de trabajar que el equivalente continental. George Ravenscroft desarrollaría el cristal de plomo, en un intento de impedir la formación de grietas en el cristal en 1676. En 1700 unas cien cristalerías inglesas producirían este cristal de plomo. Los cristales tallados ingleses e irlandeses se copiaron a gran escala en Francia; y en las fábricas de Noruega y de América se contrataron trabajadores de las Islas Británicas para que ayudaran a desarrollar allí las técnicas. Por otra parte Francia, Alemania, los Países Bajos y Bohemia montaron sus propias fábricas con total independencia de cualquier aportación británica y fabricaron cristal tallado con buen éxito comercial.
El tipo de talla basado en la forma de diamante fue una innovación inglesa. Hacia el final del siglo XVIII los objetos de mesa de cristal tallado se hacían en grandes servicios a juego que se exportaban a América, España y Portugal y se usaban de forma corriente en toda Inglaterra. Los ingleses y los irlandeses monopolizaron también la manufactura de las impresionantes arañas y candelabros de cristal tallado de esa época. Hacia mitad del siglo XIX se encontraron con la rivalidad del cristal de la fábrica francesa de Baccarat, que desarrolló unas piezas de gran calidad.
En 1777 con la aprobación del Parlamento inglés, se aplicó un impuesto sobre el cristal que se basaba en el peso y el tamaño. Las formas pasaron a ser durante estos años más ligeras y los modelos ingleses más superficiales, quedando el tallado más grueso reservado para tallos y bases. Además hubo una emigración de los fabricantes de vidrio ingleses como Stourbridge y Bristol hacia otros países como Irlanda huyendo de los impuestos de su país. Desde 1780 hasta 1825 las piezas de tallado profundo serían objetos de lujo, con elaborados dibujos característicos irlandeses, pero esto cambió cuando el impuesto sobre el peso del cristal llegó también a ese país en 1825. Esto llevó a que la industria cristalera irlandesa estuviese a mediados del siglo XIX en la ruina.
Ya desde principios del siglo XIX, tenía un buen reconocido prestigio la talla del cristal en los Estados Unidos, con varias fábricas que trabajaban sólo en Pitsburg. Estas fábricas competirían con las inglesas e irlandesas, ya que en este país no había esos impuestos. Así que fábricas como T.G Hawkes & Co., Hoare & Co. o Corning Glass Works, se hicieron famosas por su producción de cristal tallado.
La moda por el cristal tallado duró hasta finales del siglo XIX, ya que cuando llegaron las máquinas de talla impulsadas por vapor, hicieron que se elaborasen tallas con diseños mucho más complicados. Las tallas son a partir de entonces más profundas y vistosas gracias a la introducción de esos tornos mecanizados. El cristal tallado aún continuaría y continúa siendo un objeto de lujo.
Cuando se inventó el cristal prensado se podían hacer formas y modelos de cristal tallado abaratando el coste del mismo. Era un cristal más ligero que se podía producir en serie. En consecuencia se llegaba a un mayor público. Este avance inundó el mercado con objetos para el hogar a precios mucho más asequibles.